ALBERTO BUITRE – Lo nuestro es una historia especial, atípica. Mi viejo, mis tíos, me contaban que había un mexicano vistiendo tu camiseta 10, un Maradona mexicano con bigotito rumbero y más alto que El Pelusa, llamado Octavio Mora. Crack e ídolo de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, que después vi triunfar en Monterrey. Siguiendo con mi viejo, él tenía presentes los míticos colores negro, amarillo y rojo que en la temporada 75/76 casi le arrebata el titulo al Club América. Crecí escuchando tu leyenda desde el lado contrario a tu campo, hasta que en 2009, estudiando yo Gestión Cultural en la UdeG, renaciste en la división de ascenso luego de 15 años ausente. Pegaron en mis ojos tus amores, y yo, huérfano irredento del fútbol, pagué con amor el amor que me dabas en clase. Cinco años después, y 20 más desde tu exilio, vuelves a la primera división. Y aquí estoy, en primera fila, alentándote como aquellos días en los que sólo se te escuchaba por Radio Universidad.
No te miento, el viejo me hizo americanista de niño. Ya desde entonces me hablaba con alabanzas veladas de aquel cuadro liderado por Nacho Calderón en la portería, y la trinca brasileña de Nene, Pereira y Eusebio. El cuatro a cero americanista de aquella final , fueron un espejismo. Los cremas gestaban un equipo leyenda con Hugo Enrique Kiese, Carlos Reinoso y Cesáreo Victorino cuya gloria llegaría casi una década después. Pero de ese campeonato, todos recuerdan al subcampeón, el equipo que nació grande, que llegaría a una nueva final frente a Pumas de la UNAM, un año después. Yo dejé los colores azulcremas en la adolescencia por rebeldía política; aunque pensándolo mejor, fue un deseo irrefrenable a cometer parricidio. Y estuve contento con mi decisión. Mis amigos me llevaron al lado puma, borracho y confundido sobre un paso convulso. Fueron buenos días para beber cerveza. Luego llegaste tu, garra negra, y me mostraste un camino.
Lo hiciste bien frente a Monterrey este sábado. Saliste con un cuadro diferente al que ganó el ascenso a principios de año. Ya no estaba el ‘Gansito’ Hernández en la portería sino un gigante Iván Vázquez. Y los Follié, los Valdovinos, los ‘Quesos’ González, cedieron su lugar a los Crosas, los Cufré, los Ríos. Lanzaste un 4-4-2, con líneas que jugaban adelantadas, y le hiciste un gran primer tiempo a un rival plagado de estrellas multimillonarias. No te achicaste. A Rayados le regalaron el primer gol, en un tiro libre provocado por una falta que no era. Hasta que vino Ríos a desquitar la honra. Luego, caíste presa de tu novatez. Falta coordinación entre los jugadores, un tejido que sólo da el tiempo. Pero demostraste carácter, como cuando tu portero detuvo el penal al ‘Chupete’ Suazo, equilibrando la balanza cargada deliberadamente por el árbitro al equipo local. Pero no importa, esta derrota 3 a 1, te nutre más que a cualquiera. Porque los goles en contra no fueron fruto del desorden táctico, sino de la falta de acoplamiento, evidenciado por las individualidades del contrario. Y ya. La próxima semana en tu Estadio, con tu gente indomable, recogerás lo sembrado esta semana. Los héroes emergen desde la tragedia.
Qué orgullo llevar tus colores. Una camiseta admirada por los tuyos y envidiada por los ajenos. Una franela que juega partido a partido. La romperás este torneo, salvarás el ascenso y te quedarás en Primera por siempre. Los jugadores parecen entender que tienen en sus piernas la custodia de un amor incondicional. Te quiero mucho. Aguante udegeísta.
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